lunes, 31 de enero de 2011

A veces, tengo la macabra costumbre de recordar el dolor.


Un día soñé que me moría. Veía todo desde primera fila. Mi propia muerte. Había mucha gente que nisiquiera recordaba que se hubiese preocupado por mí en ninguno de los días que contuvo mi vida. Pero sin embargo, estaban allí. ¿Era yo acaso una leyenda o alguien a quien tuviesen que conmemorar con un débil recuerdo en sus mentes? Y sus caras con la mirada perdida, se anticipaban a las lagrimas cuando se acercaban al ataud donde yo yacía, pálida y rodeada de flores y mensajes de despedida.
Intentaba hablar con mi madre pero no me escuchaba, nadie lo hacía en esa sala. Su rostro llevaba escrita la palabra dolor como nadie. La risa de una hija y su amor perdidos para siempre. Algo que no se podría reemplazar. Pero aún así, mantenía la mirada firme y serena. La admiraba más que nunca en ese momento.
Me sentía perdida entre gente que conocía y entre algún desconocido que apartaba la mirada del ataúd deseando irse. Le comprendo yo también hubiese querido escapar de alli. Irme y correr lejos de ese lugar.
Pero había algo que no me impulsaba a dar ese paso.
Todos nos hemos preguntado - o nos preguntaremos algún día- quien o quienes vendrán el día que nos vayamos de este mundo para siempre, si serán las personas a las que un día dimos todo o aquellas que lo dieron todo hasta el ultimo instante.
Luego desperté. Sentí que aquel sueño había sido un aviso. ''Hay que aprovechar la vida, su esencia, día a día''. Y así es. Dicen que cuando sueñas tu muerte o la de alguien, le das más vida. Yo la doy para compensar lo perdido

1 comentario:

  1. ESCRIBES INCREIBLE.
    De verdad es que no puede encantarme más tu blog (:
    te sigo y te leeré de cerquita ¿si?
    XOX
    PD: pasate por el mio si tienes algo de tiempo y deja tu granito de arena <3

    ResponderEliminar

Recuerdos