sábado, 13 de abril de 2013

365 páginas.

Quiero volver a escribir. Quiero volver a sentir la magia de las palabras correr desde mi mente hasta mis dedos y ver como se proyectan en tinta mientras el papel, expectante, desea saber el final de lo trágico de mis pensamientos. Quiero volver a volar entre los capítulos de los libros que un día me inspiraron y me hicieron sentirme dentro de ellos, como en un sueño protegido por tapas de papel y notas en los márgenes de mis páginas favoritas. Escribir me libera de los pensamientos; vacío mi mente por unos instantes mientras mi mano se desliza, roza la tinta y por un momento siento que no hay nada más dentro de mí, que nada me puede volver a doler si lo conjugo en pasado, aunque sea demasiado reciente. Soy una persona que no sabe expresarse con el habla, me cuesta confiar en mi palabra, y la desconfianza hace que nunca me haya sincerado con prácticamente nadie del todo excepto con los cuadernos que se amontonan en un cajón desde hace demasiados años esperando a que algo cambie, a que algún día alguien me de esa confianza y yo sea capaz de empezar a contar mi historia, las de mis cuadernos y la de porque un día dejé de confiar en las personas, empecé a escribir y el café se volvió mi mejor compañero en tardes como estas, en las que deseo que todo vuelva a ser parecido a antes.

domingo, 24 de marzo de 2013

1624360.

El problema de guardarse todo dentro es el día en el que no cabe nada más. Los sentimientos se entremezclan en el interior, tambaleándose unos con otros y creando sensaciones que te perforan, dejando una huella que nadie puede ver excepto tú. ¿Qué puedes hacer cuando no aguantas más? ¿Cuando no puedes huir y sientes que ese nudo en la garganta te ahoga más y más a cada minuto que pasa? Solo me quedan fuerzas para desaparecer de una vez por todas. De no decir adiós. Quizás suene cobarde huir, pero me estos recuerdos me matan, las pesadillas dejan rastro en mis ojeras y de mi sonrisa, no queda ni el esfuerzo. Algún día encontraré las llaves de esta celda y conseguiré avanzar, pero de momento ni quiero y puedo, solo me interesa empezar de cero y olvidar.

domingo, 17 de febrero de 2013

350 km.

Tu olor sigue enredado en mi pelo y yo no paro de acercarme mechones para poder volver a olerlo e imaginarme en la cama contigo y tus brazos rodeándome. Nunca creí que volvería a escribir así, y con escribir me refiero a sentir. Mi cuerpo es éxtasis, sentimientos revolucionados desde el momento en el que me senté en aquel tren con aquel destino que tanto ansiaba; Tú. Creo que nunca he pasado unas dos horas más nerviosas y eternas mirándome en la ventanilla el pelo y diciéndome a mi misma 'Tranquila, todo va a ir bien'. Pero todos esos nervios entremezclados con miedo, alegría y locura se pasaron en cuanto te vi y nos fundimos en aquel abrazo que llevábamos -casi- meses esperando. No sé porque parecía que te conocía de toda la vida y que la vergüenza no encajaba con nosotros mientras íbamos recorriendo calles de una ciudad que apenas recordaba y que contigo de la mano y tu sonrisa de fondo cada vez me parecía más familiar y bonita. También debo confesar que siento esa necesidad irremediable de verte y de comerte la vida con dulzura, de que me vuelvas a coger en brazos mientras yo te chillo que me bajes y el mar suena de fondo.Quiero volver a tenerte a menos de dos milímetros de mi mientras pienso que quizás todo esto sea un sueño y que dentro de poco despertaré aunque el fondo si es a tu lado, no quiero volver a despertar nunca más.

jueves, 31 de enero de 2013

16.

A veces creo que la suerte y el destino me odian. Hacen que me ilusione que vuelva a creer en que todo puede ir bien sin necesidad de cambio.Pero cuando menos lo espero todo vuelve a dar un giro, esa maldita sensación me atrapa y me tambalea a su gusto, me lleva de un lado a otro del dolor como diciéndome "¿Lo ves? Lo has vuelto a hacer" y siento que me hago más y más pequeña hasta que los muros de mi habitación consiguen atraparme y me encojo en una esquina mientras vuelvo a derrumbarme y a sentir que he fallado de nuevo. Y conmigo se derrumban los muros que había conseguido construir a base de repetirme que debía de olvidar el pasado y seguir hacia delante, que lo podía conseguir, pero innegablemente este vuelve y me golpea, me vuelve a hacer daño, me recuerda que he caído otra vez y que a cada golpe es más difícil levantarme.. Quizás me equivoque, pero cuando menos te lo esperas todo llega, te parece increíble y sonríes hasta más no poder, tocas el cielo del que tanto hablaron, pero de una manera irremediable el dolor también vuelve y por mucho que nos alejemos de él, el destino vuelve a recordádnoslo.

jueves, 3 de enero de 2013

¿Otra vez aquí?

Me acuerdo de aquellas noches dando vueltas en mi cama prometiéndome a mi misma que no volvería a sentir mi piel erizada por unas palabras o hechos, y que escribí trescientas veintisiete veces tu nombre en mi cuaderno y a la veintiocho rompí el papel, rindiéndome y lo tiré a la basura. Como mi sonrisa verdadera. Ahí estaba. En el fondo de un cubo olvidada, desamparada y sucia. Al lado de las promesas y de los recuerdos que no quería recuperar. Normalmente la habría rescatado, pero en aquel momento solo quería olvidarla, odiarla, y hacer todo lo posible para sacarla de mis objetivos. Han pasado meses desde esas noches, y esas pesadillas en las que me levantaba llorando y con un sudor frío que recorría cada centímetro de mi cuerpo volviéndolo demasiado vulnerable al pasado. Pero hace poco que decidí ordenar mi habitación y volví a encontrarla debajo de la cama, entre polvo, y cartas nunca enviadas, y me la guardé, haciendo la promesa de solo la usaría con quien realmente lo mereciese. ¿Y sabes? ayer debajo de las mismas sábanas que habían sufrido mi agonía ella se volvió a escapar y se estableció en mis labios, sin previo aviso. Me sobresalté y corrí al espejo donde volví a mirarme, con determinación,como hacia tiempo que no lo hacía y entonces vi a aquella chica que había desaparecido hace meses, con su pelo despeinado, sus ojos miel con un brillo más intenso de lo normal y su sonrisa que hacia sentir bien a cualquiera que la contemplase. Si, por fin había vuelto.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Día de lluvia.

Me encanta este cielo gris, con las nubes pasando rápido y el tiempo deteniéndose por unos segundos y dejando que por unos instantes, no piense en nada. Ni en nadie. El frío acariciando mis labios y cortando los recuerdos que se esconden en ellos. Las hojas secas bajo mis zapatillas creando ese sonido tan típico y perfecto del otoño. El color cálido de los árboles queriendo ofrecernos un recuerdo del caluroso verano a aquellos que en estos días de otoño, lo echamos de menos. Madrid se contiene las lágrimas una vez más bajo una densa capa de nubes, pero al final, no puede más y explota; llora, demasiadas veces creo que me acompaña en el sentimiento y me comprende. Por un momento la ciudad se para. La gente corre por las calles intentando escapar de sus lágrimas, los coches se pelean en el asfalto en un intento fallido de llegar antes a sus destinos, y el kiosco de periódicos cierra para que las historias de un día frenético no se borren del papel. Yo sigo caminando por la ciudad sin rumbo, de momento, con los cascos para evadirme de todo, a falta de buenos recuerdos.

lunes, 15 de octubre de 2012

El eco de un suspiro.

Aún sentía su olor impregnado en su piel. En su recuerdo. A veces caminaba entre la gente de la calle y su olor volvía. Ella se sobresaltaba, miraba hacia su alrededor, buscando su presencia. La envolvía en la nostalgia. Como recordando lo que nunca más podría volver a tener. Por las noches, cerraba los ojos más fuerte que de costumbre para intentar no pensar. Pero los recuerdos se proyectaban como fotografías en su retina. Y volvía a dar vueltas en la cama. Los recuerdos suelen erosionarse, gastarse, volverse más opacos con el paso del tiempo. Ella los tenía igual de vivos que el primer día. Como una película que pasaba de un lado a otro de su mente y que no conseguía parar. Y así poco a poco se había convertido en una dolorosa rutina. Abrazaba su almohada y las lágrimas desfilaban por su mejilla ahogadas en un pequeño llanto que se perdía en el vacío de la oscuridad de su habitación. Los días pasaban demasiado rápidos o demasiado lentos como para que se diera cuenta de que la vida seguía a su alrededor. Su cara cambió, sus ojos se apagaron, miraba siempre por la ventana y el cielo azul se proyectaba en su retina como si quisiera atraparla para siempre allí arriba. "Ya no sirve decirse a si mismo que las cosas van a ir bien" pensaba.Hay que hacer que lo hagan. Nos quedamos parados en un pasado demasiado reciente. Nos sentimos vacíos cuando en realidad estamos llenos de felicidad camuflada en nosotros mismos. No sabemos interpretarnos. Estamos demasiado confundidos en nuestros sentimientos. ¿Quién nos va a encontrar? Aquí perdidos en un camino que ni siquiera nosotros mismo sabemos a donde puede llegar a conducir o donde queremos que conduzca de una vez por todas.