domingo, 6 de febrero de 2011

Continuará.



Prólogo
El vapor que desprendía la ducha cubría toda la habitación como en un día de niebla.
Se encontraba sentada , mientras cientos de miles de gotas recorrían cada parte de su cuerpo haciendo que se juntaran con el agua salada de sus lagrimas que se desprendían rapidamente de sus ojos.
Había perdido la noción del tiempo mientras se hayaba en aquella nube de vapor, incluso, creía haberse podido alejar de todos los recuerdos y de los pensamientos.. Desearía poder borrar su mente, olvidar quien era y que hacía en este mundo.
El sonido del agua al caer podía distraerla vagamente de lo que más haya de la puerta de aquella habitación la amenazaba.
Sus ojos realizaron un brusco movimiento en dirección al presente. Vió moverse el picaporte de la puerta y una voz grave y preocupada sonó al otro lado de la pared.
Apagó el grifo y se incorporó con torpeza, resbalando con el agua que había empapado todo el suelo de la habitación.
Se apresuró a coger una toalla y a salir de allí para poder escabullirse de posibles y rutinarias reprimendas que su mente -después- repetiría a todas horas como si de una cinta grabada se tratase.
Se volvió a encerrar, pero esta vez en su habitación.
Su vida consistía en diferentes encierros diaros, pero el que más repetía y en el que más tiempo se encontraba era el de su habitación. Un mundo que nadie podía atravesar. Solo ella y las débiles voces que se colaban por las paredes y llegaban hasta sus oídos que intentaba hacer menos agudos para no poder encajar palabras ni conversaciones.

Ella no era extraña, las circunstancias la habian vuelto así. Los recuerdos la atormentaban a cada segundo como viejos fantasmas del pasado recordándola lo feliz y despreocupada que fué un día.
Sus ojos habian cambiado la expresividad hacía ya mucho tiempo -las lágrimas habian moldeado sus facciones y débiles ojeras adornaban como una malvada sonrisa su rostro- no recordaba haber vuelto a sonreir desde hacía meses.
Tampoco recordaba lo que era tener una dulce compañía, un alma, un amigo. Hubo un tiempo en el que hubiese dado todo por aquellos que la rodeaban y la abrazaban con sus consejos. Pero ahora, no tenía a nadie.
Dejó de depender de las personas desde aquel día que supo que estaba sola en el mundo. Dió la espalda a todos - sabía de sobra, que solo eran personas que se dejaban manejar como marionetas, como olas que dependían de la marea-.
Nunca más volvió a llamarles, a escribirles.. Ni siquiera aquellas personas se paseaban por sus pensamientos.
Pero había una en concreto, que recordaba a cada instante. Que se posaba en sus recuerdos, en cada historia que escribía, en cada canción que sonaba por sus auriculares y la producía un escalofrío. Ella. La recordaba igual que siempre.
Pero también había dejado de existir en su mundo.
Quizás os pregunteís el porque de todo esto. Yo os lo contaré, para que el mundo conozca su verdad. La verdad. Para que conozcan su historia.

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