lunes, 15 de octubre de 2012

El eco de un suspiro.

Aún sentía su olor impregnado en su piel. En su recuerdo. A veces caminaba entre la gente de la calle y su olor volvía. Ella se sobresaltaba, miraba hacia su alrededor, buscando su presencia. La envolvía en la nostalgia. Como recordando lo que nunca más podría volver a tener. Por las noches, cerraba los ojos más fuerte que de costumbre para intentar no pensar. Pero los recuerdos se proyectaban como fotografías en su retina. Y volvía a dar vueltas en la cama. Los recuerdos suelen erosionarse, gastarse, volverse más opacos con el paso del tiempo. Ella los tenía igual de vivos que el primer día. Como una película que pasaba de un lado a otro de su mente y que no conseguía parar. Y así poco a poco se había convertido en una dolorosa rutina. Abrazaba su almohada y las lágrimas desfilaban por su mejilla ahogadas en un pequeño llanto que se perdía en el vacío de la oscuridad de su habitación. Los días pasaban demasiado rápidos o demasiado lentos como para que se diera cuenta de que la vida seguía a su alrededor. Su cara cambió, sus ojos se apagaron, miraba siempre por la ventana y el cielo azul se proyectaba en su retina como si quisiera atraparla para siempre allí arriba. "Ya no sirve decirse a si mismo que las cosas van a ir bien" pensaba.Hay que hacer que lo hagan. Nos quedamos parados en un pasado demasiado reciente. Nos sentimos vacíos cuando en realidad estamos llenos de felicidad camuflada en nosotros mismos. No sabemos interpretarnos. Estamos demasiado confundidos en nuestros sentimientos. ¿Quién nos va a encontrar? Aquí perdidos en un camino que ni siquiera nosotros mismo sabemos a donde puede llegar a conducir o donde queremos que conduzca de una vez por todas.

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Recuerdos